Testimonio María Estrada (mamá Cindy)

Le gusta mucho rezar el rosario.

En el comedor San Martin tenemos a una viejecita bastante divertida, de unos 65 años de edad, a ella la llamamos mamá Cindy, porque no tiene dientes y para diferenciarla de las otras cinco señoras con el mismo nombre.

No sabemos casi nada de su vida, apareció de pronto haciendo fila para recibir alimento, solo nos dijo que tiene a su viejito Pedro en casa que no puede salir. De vez en cuando la vemos en las calles buscando algo en los basureros (restos de comida, botellas de plástico o algo que se puede reciclar), ella no tiene noción del tiempo; no sabe qué hora es, que día es, mucho menos el mes y el año, en bastantes ocasiones se apareció en el comedor pasada la hora de la repartición de los alimentos, a veces viene muy temprano, otras en días que no atendemos. Como sabemos de su dificultad, tenemos siempre algo reservado para ella y no despedirla con las manos vacías; es tan sencilla y simple que con solo verla nos alegra, siempre tiene una sonrisa para todos, aunque no tenga dientes.

Es muy agradable conversar con ella porque nos alegra la jornada.

Es tan sencilla y simple que con solo verla nos alegra, siempre tiene una sonrisa para todos.

Cuando la vemos llegar arrastrando un cochecito lleno de material reciclado, con la misma ropa de hace una semana, con el pelo desordenado y con una sonrisa de oreja a oreja nos causa ternura y nos da la impresión que es la persona más feliz del mundo, para ella no existe el covid pues se mueve libremente por todas partes, le encanta estar fuera de su casa y huye de sus hijas porque la tratan mal, no la ven como su mama sino como una trabajadora que debe cuidar a sus hijos, limpiar la casa, cocinar, etc. A veces viene corriendo como si escapara de alguien y en son de broma nos dice que se escapó de casa; para nosotras es muy agradable conversar con ella porque nos alegra la jornada. Le gusta mucho rezar el rosario, aunque no lo sabe muy bien repite varias aves Marías, nos pregunta si es agradable al Señor y a la Virgen le decimos que sí. Nos cuenta que hace poco encontró un empleo, los de la municipalidad requerían personal de servicio para pintar piedrecitas de mar para decorar los jardines de la ciudad, ella se apuntó y la aceptaron, ahora se hace más incierta la hora de su llegada al comedor, como no tiene noción del tiempo no sabemos cuándo viene y cuando no, las veces que se aparece nos dice que los días que no vino hizo un verdadero ayuno.

 

Damos gracias a Dios por hacernos conocer personas tan sencillas como ella.