AGO 2, 2025
Durante esta última semana fuimos de misión a los pueblos de Antilla, Trigo Orcco y Ccollo, pertenecientes al distrito de Curahuasi – Apurímac. En esta ocasión, comentaremos el caso de una de nuestras abuelitas a quien acompañamos desde que la conocimos. Se llama Beatriz Borda, tiene aproximadamente 96 años, es viuda desde su juventud y nunca volvió a casarse. Solo tiene un hijo, quien por desgracia cayó en el vicio del alcohol y, en muchas ocasiones, olvida que tiene una madre que lo necesita.
Sin embargo, ella, cada vez que la visitamos, nos espera con emoción, como una madre que aguarda a sus hijos que llegan después de mucho tiempo. Así se cumplen las palabras del Santo Padre León XIV: “Dios nunca nos vuelve la espalda cuando acudimos a Él, (…) El Señor nos escucha siempre cuando rezamos, y si a veces nos responde con tiempos y modos difíciles de comprender, es porque obra con una sabiduría y una providencia mayores, que van más allá de nuestra comprensión.”
La atendimos, curamos sus heridas y la alimentamos. Ella colabora con nosotras cuando le es posible moverse, ya que, por estar enferma durante mucho tiempo y sin poder salir de la cama, se le formaron heridas en el cuerpo que ahora se están curando con lentitud. Para ella, nuestra visita es siempre la respuesta de Dios a sus plegarias.